Me mojo en tu mirada, en ti navego
mar de olas amadas donde interna
la espuma su ternura de linterna
se hace su luz amada, dulce fuego.
A tus llamas me adentro, a ti me apego,
a tu amor de paloma. Me gobierna,
me introduce encantado a la caverna
en la solemnidad de mi sosiego.
Y me olvido mi amor que hay una herida
como un río que inunda mis adentros
de tu caricia que palpita henchida.
En tu pasión bendita siempre encuentro
En tu pasión bendita siempre encuentro
un remolino de alma conocida
que me lleva violento hacia tu centro.
Encuentro allí tus ojos, fatigado
Encuentro allí tus ojos, fatigado
el tiempo me va abriendo tus ventanas;
no sabes, corazón, que tengo ganas
de llegar hacia ti, alucinado.
Mis ojos que te miran afanados
Mis ojos que te miran afanados
alboradas en todas las mañanas
dejan en tu alma pura las campanas
sonando arpegios muy enamorados.
Cada mañana tienen las auroras
Cada mañana tienen las auroras
la brisa cantarina en tu sonrisa,
ola o gaviota de mi mar amado.
Acurrucada en ti mi alma te adora
y mi amor, ángel mío, siempre atiza
el deseo de estar tierno a tu lado.
Cantando alegre, atento a tu mirada
anudo tu sentir con el pabilo
de la ternura y te llevo en vilo,
a los suspiros de la madrugada.
Y de inmediato estoy a tu llamada
Y de inmediato estoy a tu llamada
como agua de arroyuelo muy tranquilo
dibujo tu sonrisa. Sigo el hilo
en el incendio de tus llamaradas.
en el incendio de tus llamaradas.
Somos, seremos el jardín de trinos,
el canto ornamental a cada instante
o la belleza de inmortal cascada.
Y juntitos por todos los caminos
Y juntitos por todos los caminos
beberemos los dos la luz fragante
en la fuente de amor iluminada.
Antonio EScobar Mendívez
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