Tienes sed
de bondad.
La estulticia
del hombre
fue vinagre.
La cicuta,
esponja de maldad, lanza absoluta.
Tenías sed, Señor, Sed de justicia.
No se supo entender que eres delicia,
la fuente de agua viva, Miel de fruta,
tu amor
es el maná
que se disfruta
la luz que
no se apaga
y acaricia.
Ciegos estamos,
mucho más
te herimos
cada día bebemos
tu inocencia
y clavamos tu sed.
¡Qué malos somos!
Diariamente Señor,
más te exigimos
pedimos compungidos
tu clemencia,
del arrepentimiento
no hay asomo.
Antonio EScobar Mendívez
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