¡Dios mío!
De tu cuerpo
herido, ríos
de sangre
manaban. Y en
los ojos
de María,
lágrimas eran
a b r o j o s
y en los de Juan, eran cuchillos impíos.
La muerte te embarcó en sus navíos;
María en tu entorno lloraba. Despojos
del sufrimiento en el Calvario recojo
por los
pecados y
por la paz
que ansío.
Tu muerte Señor
es luz y bondad,
claro ejemplo
para el hogar
y los hijos
agua transparente
y dulce para
el padre.
Beba tu
manantial la
humanidad se repita
tu voz dulce nos bendijo:
"Madre, he ahí tu hijo...
hijo, he ahí tu madre"
Antonio EScobar Mendívez
No hay comentarios:
Publicar un comentario