Mi mundo se hizo ancho y verdadero,
me llené de su canto y poesía,
viajé por sus ciudades y veía
con mayor claridad. Fui mensajero
y amigo y mago y loco y aguacero,
fui cauce y río y mar y sinfonía,
llevándole a los campos melodías
y a las oscuras noches mis luceros.
Bendito libro, árbol donde el nido
se llena de polluelos y de flores,
la noche la convierte en madrugada.
Contigo sigo altivo y encendido,
orgulloso de todos tus olores,
tus páginas son dulces llamaradas,
van haciendo fogatas en la noche
de la ignorancia. El lodo lo hacen brillo
moldeable. Cerámica de luz y pajarillo
juntando las estrellas. Es derroche
de hojas, de frutos. Con su broche
nos une en sus latidos. Es sencillo
su porte de mancebo. Es cuchillo
cortando la penumbra. Es un coche
de hadas, es todo un río, un universo
entero. Va pariendo pensamientos
hilvanados de frutos y cariño.
En él encuentras todo: prosas, versos,
palpitas con sus tiernos sentimientos,
es el libro, maná en cada niño.
Antonio EScobar Mendívez
No hay comentarios:
Publicar un comentario