Pasó como una luz el mes de enero,
dejando tu fragancia que me encanta
y pronunció tu nombre mi garganta
dejando atrás las sombras de febrero.
Y en marzo con su luz, dije te quiero,
el amor floreció como una planta
con su savia dorada. Se levanta
mayo; cantando vi tu cuerpo entero.
Tú borraste de mi alma toda herida,
con caricias y besos delicados
tu pasión infinita en mi vertida.
Desde entonces, estamos enlazados
bebiéndonos enteros. Va mordida
tu boca de amaranto. Destrozados
los minutos, los días y yo sigo
enamorado. Y te doy de mis flores
tejidas con trinar de ruiseñores.
A la orilla del mar estoy contigo,
él es mi camarada y mi testigo
de todo este paisaje de fulgores,
que me dejan tus huellas y sabores
de amante y de lucero, dulce trigo.
Hay un encantamiento de madeja
invisible, inacabable. Toda la vida
para el amor, amada, tú me dejas
tu caricia de miel que no se olvida.
Seremos la estación, que por más vieja
estará palpitante, estremecida.
Antonio EScobar Mendívez
Caricias en cada letra, son lo que se lee en cada poema, felicidades!!!
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